El ser humano tiene la capacidad de vivenciar un tipo diferente de miedo al que tienen los animales, se trata del miedo psicológico, este miedo puede adoptar diferentes formas: estrés, ansiedad, agitación, inquietud, preocupación, obsesión, fobia, etc.
Lo peculiar es que no tiene nada que ver con ningún peligro real, objetivo e inmediato.
El miedo psicológico se refiere a algo que podría pasar, o bien a algo que ya pasó y podría volver a pasar, nunca se refiere a algo que esta sucediendo en el “aquí y ahora”.
El organismo de la persona está en el “aquí y ahora” pero su mente está en el futuro, anticipando realidades posibles o nuevas repeticiones de realidades pasadas. La persona está disociada de su cuerpo y de la realidad de su presente, esté estado en sí es muy ansiógeno.
El cuerpo con su inteligencia natural es esclavizado por la mente que está desbordado por un intento continuo de control, de planificación, de previsión, de evitación, hay una discrepancia entre lo que es y lo que debería o podría llegar a ser. De esta forma, la mente de la persona ansiosa tiene vida propia, vida separada del cuerpo y de la realidad objetiva. La mente ansiosa vive para evitar el peligro futuro, hasta tal punto, que el organismo acaba padeciendo diferentes trastornos de ansiedad.
Solo tenemos que darnos cuenta cuando vamos paseando por la calle, nuestra mente está en millones de cosas, nos mantenemos alejados de lo que está sucediendo en el aquí y ahora, la persona está en sus pensamientos, en un mundo mental, alejado totalmente de lo que pasa en ese instante y nos perdemos millones de detalles que suceden a nuestro alrededor, contra más disociados vamos, menos tenemos la sensación de tener experiencias, por tanto estamos perdiendo experiencias de vida, si esto lo hacemos constantemente es como si perdiéramos realmente la vida.
Os invito a que hagáis un ejercicio muy sencillo: Cualquier trayecto que hagáis para desplazaros de un lugar a otro en la ciudad, tratar de estar en un estado de consciencia plena, es decir estar en el aquí y el ahora, viendo y fijándoos en todo lo que hay a vuestro alrededor, sintiendo el aire en vuestra cara, tomando consciencia de vuestro cuerpo mientras andáis y las sensaciones que sentís, escuchando los sonidos de vuestro alrededor, mirando el cielo, los edificios que os rodean, mirando y fijándonos en la gente que se cruza con nosotros, respirando de una forma tranquila y relajada y manteniéndonos atentos a nuestro alrededor.
Después de este ejercicio intentar recordar el trayecto, que a diferencia de otros días que habéis hecho el mismo trayecto, está vez lo vais a recordar con mucho detalle y con una sensación de bienestar en vuestro interior.