Un niño con problemas de conducta, que desobedece de forma habitual a sus progenitores, que grita y se enfada con frecuencia o que, incluso, experimenta brotes de agresividad cuando se le lleva la contraria precisa la ayuda de sus padres y docentes para superar su trastorno de comportamiento.
Poner límites a las demandas del niño es esencial para establecer unos hábitos de conducta adecuados
En el desarrollo evolutivo del pequeño es normal que, en ocasiones, se detecten estas conductas agresivas, desafiantes, de oposición o desobedientes. Las pautas educativas habituales logran, en general, erradicar estos comportamientos. Sin embargo, en algunos niños, estas actitudes son perseverantes en el tiempo y se incrementa su frecuencia y magnitud a medida que el infante crece.
Una intervención temprana de sus progenitores, así como la ayuda de psicólogos infantiles en los casos más graves, pueden ayudar a prevenir que un problema de conducta infantil evolucione hacia trastornos más graves en la adolescencia.
Lograr en el niño un comportamiento adecuado: ¿cómo se hace?
Las investigaciones y estudios sobre comportamiento infantil suelen coincidir a la hora de señalar la forma de crear en el niño unas conductas adecuadas. Mantener un buen vínculo afectivo con los progenitores fomenta procederes correctos en el pequeño. Dedicar tiempo suficiente a estar juntos en edades tempranas, jugar con ellos, prestar atención a sus actuaciones y ejercer el control sobre ellas cuando sea necesario son algunas de las pautas para corregir los problemas de conducta en el niño.
Es fundamental, asimismo, poner límites a sus demandas desde muy pequeños y mantenerse firme en ellos. Esta práctica es una de las mejores formas de establecer unos hábitos de conducta adecuados, que el niño utilizará como referente en su comportamiento posterior.
Tan importante es prestar atención al niño cuando se comporta bien como retirársela ante una actitud negtiva.
Es importante establecer límites para concretar lo que se espera del niño y lo que no.
La atención que un niño recibe de los adultos juega un papel primordial en el control de la conducta de los pequeños. Tan importante es prestarle la suficiente atención cuando se comporta de forma adecuada, y halagarle por ello, como retirársela cuando el comportamiento sea negativo.
El comportamiento inadecuado de los niños se desarrolla con frecuencia “para llamar la atención de los padres, ya que comprueban que hay una desproporción entre la forma de actuar de ellos cuando se portan mal y cuando se portan bien”. Si las actuaciones inadecuadas son las únicas que atienden los progenitores, el pequeño, ante la necesidad de atención, reforzará estas en detrimento de las buenas conductas.
Pasos para corregir los problemas de conducta infantiles
- Claridad. Cuando se dan instrucciones al niño, es importante ser claro y preciso. No es lo mismo decirle “pórtate bien”, o “no te portes mal”, que decirle qué es correcto y qué no lo es.
- Coherencia y constancia. Un padre que riñe a su hijo por un determinado comportamiento, debe hacerlo siempre que lo detecte de nuevo. Hay que tener en cuenta, asimismo, que el pequeño observa su entorno y lo imita: no sería correcto desaprobar una conducta que contempla de forma habitual en su familia.
- Consenso y complicidad. Es necesario que todos los miembros de la familia, y de fuera de ella con responsabilidad sobre el niño, apliquen las mismas pautas a la hora de enseñar al pequeño buenos hábitos de conducta. Todos deben permitir, o no, las mismas actuaciones.